Del acuario al océano

Un pez que prácticamente vivió toda su vida en un acuario (y que ya había olvidado de su vida en el mar), de pronto se le presenta la oportunidad de emigrar fuera del estanque por un conducto en el drenaje que desemboca en el océano. 

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No hace mucho tiempo yo me encontraba en una especie abismo o agujero negro el cual me engullía con el pasO del tiempo. Sentía que era una muerte lenta porque veía cómo mi vida se iba sin que yo pudiese hacer algo al respecto. Hablar de autonomía era como hablar de Cálculo o una materia avanzada a la cual solamente conocía de nombre. No albergaba el concepto de ser independiente o de separarme de mis padres por mucho tiempo. Pensaba que eso era virtualmente imposible y que mi adultez se transformaría en una infancia o adolescencia prologanda, sin fecha de caducación. Sin embargo, todo cambió radicalmente cuando en mi vida se presentó el que ahora es mi mejor amigo y hermano del alma, Marcos Rouan. Él fue el gatillante que yo saliera expulsado de este hoyo negro y empezara mi proceso de ascensión de vuelta a la luz. Gracias a su divina intervención yo fui descubriendo realmente quién era y la complejidad del ser que soy y siempre he sido: una persona con muchos matices. 

Con él me di cuenta que no soy un simple estudiante que pasaba días encerrado en su habitación leyendo o haciendo otras actividades. Existían muchas cosas de las que no era testigo y que ya era tiempo de afrontar. Mi transformación se la debo a él y al misterioso número «13» que aparece siempre cuando debo tomar una decisión importante o me sirve de GPS para indicarme que voy en el camino correcto. 


Al principio me asustaba cuando veía ese número porque en las cartas del tarot está asociada a «la muerte» y por lo tanto pensaba que iba a dejar este mundo. Sin embargo, con El Paso del tiempo descubrí que esa supuesta muerte en realidad hacía alusión al cambio que pasamos todos los seres humanos. 

Transitamos por muchos caminos y éstos nos muestran una manera de poder crecer y conocernos a nosotros mismos…

Según el camino que escojamos serán los desafíos que se nos presenten. Por consecuencia seremos capaces de comprender situaciones que antes no veíamos y que pasaban desapercibidas. Entre más conocimiento uno va adquiriendo, El Niño se transforma en joven y luego en adulto (parafraseareando el pensamiento de Nietzsche). No obstante, con cada experiencia adquirida también se pierde un poco la inocencia; pero es un precio qué hay que pagar para no quedarnos estancados en esta vida, sin haber por lo menos conocido cómo funciona. 

Al final no importa los caminos que uno recorra porque aún sin recorrer ninguno ya se está optando por una vía. Lo importante es que uno encuentre esa gratificación y sabiduría que queda después de haber hecho bien el trabajo.

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